Entre las verdes montañas se destacaba sobre el azul del cielo las torres del castillo del Rey Arturo, en el cual, por la noche habría un banquete festivo para los sectores más pudientes de la sociedad.
La oscuridad se esparció por el cielo siendo solo iluminada por la brillante y gigantesca luna, mientras tanto el castillo se llenaba de las más hermosas damas de la cuidad.
Sir Gawayne, el sobrino de Arturo, se encontraba dialogando como lo hacía de costumbre en este tipo de eventos, con sus compañeros de la Mesa Redonda, pero de repente quedó impactado al ver llegar a una bella joven de rizos largos y vestido verde. En su mano derecha llevaba un anillo con una esmeralda que llamó más aun su atención.
_Oh, mi querida dama, he quedado impactado ante tanta belleza. ¿De dónde ha salido, de un castillo encantado?
_Vuestras palabras me ruborizan señor ¡ay de mí!
_Habla otra vez, ángel resplandeciente ¿quién eres tú?
_No os sé decir con un nombre que y quien soy, pero poderos afirmar que necesito vuestra ayuda.
_ ¿En qué puedo ayudaros? Me pongo a vuestra merced.
_Frente a usted no se presenta una bella damisela, esto que usted ve es solo un encanto. ¡Sí! un encanto que me atormenta y solo un joven como usted puede deshacerlo.
Si estáis dispuesto a enfrentar semejante desafío buscadme en el bosque misterioso.
De repente se hizo un incómodo silencio; mientras la luz del amanecer comenzaba a entrar por las enormes ventanas del castillo, la joven decidió retirarse de este.
Gawayne había quedado perplejo y atormentado, sentía un profundo temor por no saber a que se enfrentaría, pero al mismo tiempo sabía que era un deber de caballero ayudar a esa joven que lo había deslumbrado.
Entre tanta incertidumbre e inquietud se dirigió a su tío Arturo, la única persona cercana que lo podría aconsejar.
_Oh, mi rey debo os contaros algo… He conocido a una joven que me ha deslumbrado con su belleza y necesita de mi ayuda; pero os debo ir al bosque misterioso en busca de la verdad y siento temor por no saber a que me he de enfrentar.
¿Podríais dar vuestra opinión para conducirme por el mejor camino?
_ Oh, joven Gawayne! sabed que el camino que elijáis siempre será el correcto si sois capaz de oír a tu corazón y valiente sería aquel caballero que entrara allí solo por amor. Te daré mi valiosa espada la cual me ha acompañado hasta en las más terribles batallas.
_ Oh, Señor, debo daros las gracias ¡Sabe Dios cuándo nos volveremos a ver!
Sus palabras me infundan valor.
Luego de tanto pensar, Gawayne tomo una decisión.
A la mañana temprano partió con su caballo blanco y dió inicio a su aventura.
Al ingresar al bosque sintió en su interior algo extraño como si un escalofrió recorriera todo su cuerpo, parecía estar en un mundo completamente distinto.
En su largo trayecto, se encuentra con los guardianes del bosque, seres amistosos que al verlo en su caballo y con su espada se sintieron atemorizados.
_ ¿quién vive aquí? y ¿Qué queréis conmigo?
_ ¡Quieto! Y decid por lo que habéis venido.
_ No tengais miedo de mí, que solo vengo en busca de una bella joven con rizos largos que requiere de mi ayuda pero no se porque.
_Usted estáis equivocado, este es un bosque habitado por seres mágicos como hadas y duendes, no jóvenes doncellas. Marchaos por favor.
_ Imposible, pues yo os digo que esa bella mujer que ha acudido a mí, habita estos bosques, por lo que seguiré mi camino.
Emprendió su búsqueda, galopó durante horas y horas sin saber a dónde dirigirse; de repente encontró un lago de aguas turquesas, rodeado de árboles de roble.
Gawayne nunca había imaginado que iba a estar en un lugar tan perfecto como lo era ese, ahora lo único que le faltaba era encontrar a esa hermosa joven que había visto en la fiesta.
Mientras estaba contemplando la naturaleza y disfrutando de la tranquilidad, creyó ver a alguien detrás de la maleza, Gawayne un poco asustado desenfundó su espada pensando que era algún ser misterioso de los que tanto se hablaba pero al acercarse pudo ver el bello rostro de aquella muchacha; tenía alas; era un hada Dríades, protectora del bosque y en especial de los árboles de roble.
Por su apariencia trató de ocultarse pero fue inútil, el joven caballero cada vez se acercaba mas hasta tal punto que noto en su mirada una tristeza que la agobiaba.
Pero de repente entre las rocas apareció un Ojáncano”Ogro gigante que posee un aspecto descomunal, vos grave, cuerpo completamente cubierto de pelo y un único ojo como su punto débil”.
Este tenía como prisionera a la joven desde hacía años y al ver a Gawayne intentando acercarse a ella, no dudo en asustarlo con un grito terriblemente fuerte, como si de un trueno se tratara; pero el caballero ante esto mostró una actitud desafiante, por lo que ambos lucharon hasta la muerte.
En medio de la terrible batalla, Gawayne recordó palabras de su tío: “para poder matar a un Ojáncano debía clavarle la espada en medio de su ojo”.
El joven tomo una roca, la lanzo fuertemente y logró que el monstruo callera al suelo aprovechando la oportunidad para acabar con su vida.
Luego del terrible combate la joven logró tranquilizarse y pudo contar su verdadera historia.
_ Oh, mi valiente caballero, como podríais ver pertenezco al mundo de las hadas
pero por muchos años he vivido prisionera de tal feroz monstruo.
Lo que él no sabía era que al caer la noche mi cuerpo tomaba forma humana y
volvía a ser un hada por la mañana, todo por un hechizo de un malvado brujo que
puso al Ojáncano para que nunca conociera a mi verdadero amor, el cual rompería
con esa maldición.
_Oh, mi dulce y bella joven, os he liberado de semejante tormento.
Desde aquella noche en el castillo no
he dejado de pensar en usted y he acudido en su ayuda solo por amor.
_Me halagan sus palabras y me brindo a usted para que rompa este hechizo ya que deseo vivir eternamente a su lado.
La noche comenzaba a caer, el bosque quedaba en penumbras, los jóvenes
tomados de las manos uno frente al otro se unieron en un profundo beso, una ráfaga de luz brillante los envolvió y rompió el maleficio del malvado hechicero.
Finalmente Gawayne partió junto a su amada victorioso hacia el castillo, para contar su aventura a toda la hermandad de la Mesa Redonda.
Integrante: Aldana Magali Martínez
Curso: 6º B
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